Los chupetes para bebé, pros y contras de su uso
Por naturaleza los recién nacidos tienen una gran habilidad para succionar y suelen llevarse a la boca sus dedos provocando un efecto que les genera calma, lo mismo ocurre cuando se les entrega un “chupete”, pero ¿es este elemento bueno para el infante? En el siguiente artículo lo veremos.
La Dra. Aurora Domínguez, odontopediatra en el Hospital del Niño Dr. José Renán Esquivel comentó que existe todo un debate respecto a los pro y contra del uso de los chupetes; no obstante, hay varios factores que se deben evaluar para llegar a una conclusión al respecto.
Entendiendo que los chupetes son elementos que los padres o cuidadores ofrecen a los pequeños para tranquilizar o silenciar al infante, su beneficio o no dependerá de aspectos como, tiempo de uso, fuerza de succión, constancia de uso, además de las necesidades del niño y del padre.
Frente a lo anterior, la especialista apunta: “con estos dispositivos se aplica la siguiente frase, bueno es el culantro, pero no tanto.”
La administración por parte del cuidador de forma excesiva e indistinta del chupete hacia el menor generará consecuencias negativas no solo en la cavidad oral y su forma; sino que también producirá alteraciones en la función de deglución, respiración y fonética del infante.
Algunas de esas alteraciones que se pueden observar en la cavidad oral son las siguientes:
- Mordida abierta: la erupción e inclinación de los dientes anteriores fuera de su posición natural (protrusión), lo que podría requerir un futuro tratamiento ortopédico, si no intervenimos a tiempo.
- Mordida cruzada posterior: debido al uso excesivo hay un aumento en la función musculatura perioral, disminuyendo el crecimiento transversal del maxilar superior.
El acto de succionar activa un conjunto de músculos faciales que, junto con la posición de la lengua, pueden hacer que las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo.
- Alteración en las funciones de deglución y respiración oral: el niño que acostumbra a utilizar el chupete hasta una edad avanzada (más allá de los dos años) automatiza un movimiento lingual, consiste en adelantar la lengua hacia la zona interdental o bien presionarla directamente contra los dientes superiores sin llegar a la boca del todo. Esta posición de la lengua, si persiste en el tiempo, es causa frecuente de deglución atípica, respiración bucal y deformación del paladar (elevando u ojival).
- Reducción del balbuceo y de la experimentación con los sonidos: mientras el niño mantiene el chupete en la boca es menos probable que trate de imitar los sonidos de los adultos o de experimentar con sus propios sonidos, elementos fundamentales del proceso de adquisición del lenguaje.
- Dislasias: el uso del chupete está estrechamente relacionado con la aparición de sigmatismo interdental (ceceo): la punta de la lengua se introduce entre los incisivos y el niño sustituye los sonido silabeantes (/s/) por sonidos interdentales (/z/).
- Posibles infecciones estomacales y bucales, también se verifica un aumento de las infecciones del oído medio (otitis) debido a que el movimiento de succión abre la trompa de Eustaquio permitiendo el acceso de patógenos.
No obstante, si usted decide utilizar el chupete es importante que sepa que esta herramienta no reemplaza la lactancia materna de ninguna manera, pues no aporta ningún valor nutricional al menor.
La Dra. Domínguez aprovechó este espacio para brindar algunas recomendaciones respecto a las características que debe tener un chupete para minimizar accidentes durante su uso, no sin antes advertir que el uso de los chupetes no debe superar los dos años y medio.
Características que debe tener un chupete:
- Deben ser de silicona o látex.
- De forma aplanada o anatómico.
- Respetar la relación adecuada entre el tamaño del chupete y la edad del niño.
- Debe ser de una sola pieza.
- Tener un escudo rígido o semirrígido con la flexibilidad suficiente para evitar traumas.
- Con un anillo para facilitar su agarre en caso de atragantamiento.
- Debe ser sostenido con un broche de seguridad a la ropa, no alrededor el cuello, mediante una cinta corta menor de 22 cm de longitud, para evitar riesgo de asfixia.